Víctor Sariñena, de investigación y tradición

Víctor Sariñena, de investigación y tradición

Entrevista realizada por Antonio Enfedaque a Víctor Sariñena en el año 2010, publicada originalmente en La voz de la tercera edad, número 24 (Febrero 2010).

la foto con mayor calidad obtenida de victor sariñena gracia en los ultimos años

Sastaguino hasta la médula, su vinculación y estudio de la cultura sastaguina, en él, es irredenta. A lo largo de los años, ha dedicado gran parte de su tiempo a rescatar y divulgar todo lo concerniente a la historia de nuestra Villa. Me refiero, cómo no, al protagonista de nuestra entrevista Víctor Sariñena Gracia. Nos hemos reunido en su domicilio y en una animada y agradable charla, ha respondido a todas nuestras preguntas. Se me ha hecho muy corta la estancia, hemos comentado sus recuerdos y vivencias desde su más tierna infancia, siempre ligados al estudio de la cultura, la historia, las tradiciones y la investigación de todo lo concerniente a Sástago.

¿Nos puedes decir la fecha de tu na­cimiento?

En una casa de la calle San Miguel donde vivían mis padres, nací un 21 de julio de 1929. Como era costum­bre en la época fui bautizado al siguiente día, siendo madrina mi abuela paterna Leoncia Diestre Híjar. Se me impuso el nombre de Víctor.

¿Qué primeros recuerdos guardas del barrio en que naciste?

La calle, los juegos, los amigos. Si no he entendido mal tu pregunta, amigo Antonio, me pare­ce que te refieres a mi edad púber, con lo cual tengo que decirte que no recuerdo, juegos, amigos.

De los maestros que tuviste ¿recuer­das, en especial, con gratitud a al­guno? Y si es así, ¿nos puedes decir por qué?

Realmente mi memoria o evo­cación, es de la primera etapa de párvu­los en la escuela de la Plaza del Granero, con la joven y pizpireta maestra doña Amparo, a la que le aplicamos el dimi­nutivo de Amparito, entrañable mujer re­cordada siempre por su paciencia en la tarea de enseñar a leer y escribir, incluso en el final de curso hacíamos pequeñas muestras de teatro infantil. La impron­ta que nos dejó es la mejor prueba de gratitud que se puede expresar. De allí se forjaron los buenos amigos que fueron toda la vida, algunos desgraciadamente ya no están entre nosotros, solo quedan de la cuadrilla Joaquín Royo Peña e Ismael Idoipe Mayayo, mi mejor amigo de siempre.

En 1936 inicia la Guerra Civil, tienes 7 años, y me gustaría que nos comen­tases las impresiones que recuerdas de este periodo, pues cuando termina son 10 los años que tienes.

Año que lle­gamos a las nuevas escuelas graduadas, naturalmente al primer nivel, pero eran fechas en las que se cernían momentos inquietantes y perversos para todos. Especial para niñas y niños, que en su ma­yoría no podrían aspirar a la posible rea­lización de hacer estudios superiores, con el noble fin de obtener una carrera. Con el inicio estallido de la guerra civil, las actividades docentes quedaron sus­pendidas. Los edificios habilitados como hospital de Cruz Roja. En esa prudente suspensión, recibí enseñanza en casa de Teresa Gracia Sanz, maestra, hija de fa­milia vecina y amiga.

Pasado el penoso ciclo se reanudaron las clases. El profe­sorado volvió a cumplir con su trabajo docente. Concluida la vil contienda los de mi generación, pasamos «suo tempore» (a su tiempo) al tercer grado, con don Daniel Federío Martínez, gran maestro que fue destinado a nuestro pueblo en el año 1934, impartiendo sus enseñan­zas y beneficiándonos un gran número de alumnos. Hacia 1943, cayó víctima de una terrible enfermedad progresiva, perdió la voz, ello le hizo ser apartado de clase. Se despidió de todos nosotros, ¡emoción contenida! Y le sustituyó en la terminación de ese curso otro gran maestro, don José Galán. Como recuer­do, hay una placa en lo que fue su obra y una calle que lleva su nombre y que perpetúa su memoria.

Terminado el periodo escolar, que no sería muy largo, ¿cuáles fueron tus principios, en el mundo del trabajo?

En el verano de 1943, cumplida la fase escolar, entré a trabajar en la cuchillería guiado bajo la seria y eficaz maestría del señor Dionisio Liso Enfedaque, lo prime­ro que aprendí de él fue el concepto éti­co en el trabajo, que junto con el también maestro Vicente Mañez, gran compañero amigo, trabajábamos los tres. El abuelo Saturnino leía el periódico y en alguna ocasión solía preparar algunas navajas de mango de carrasca, la típica sastaguina. Cuando se cumplía el ecuador de mi estancia en el taller, entró un nuevo aprendiz, José Palacios Minguillón. En total, yo permanecí cinco años. Cuando lo dejé, lo sentí muchísimo, me gustaba el oficio, pero como joven inquieto tenía la ambición de conocer y descubrir nue­vos horizontes.

¿Cómo se inició tu marcha a Chile? Deseos de nuevas oportunidades la­borales, familiares o ¿fue un poco de todo?

Un primo hermano de mi padre instalado en la ciudad de Osorno, Chile, me ofreció una buena perspectiva labo­ral, en la que se sumaba una ambición por mi parte de ampliar conocimientos, estudios y despejar espacios.

Tu vocación por el teatro la llevas dentro desde muy joven, pero es en Chile donde tienes la oportunidad de formarte en radio, teatro y periodis­mo. ¿Qué nos puedes comentar de esto?

Mi gran vocación el teatro, lo empecé aquí de niño y también con el grupo ar­tístico local. En Chile se me abrieron las puertas al ingresar primero en el radioteatro de la Emisora SAGO (Sociedad Agrícola y Ganadera Osorno), después teatro y periodismo. Hice es­tudios de Humanidades, algún curso de inglés en el Instituto Chileno-Norteamericano de cultura. En la escuela de invierno de la Ciudad, dependiente de la Universidad de Chile, Departamento de Extensión Cultural, cursé aspectos de Producción Teatral con nota sobre­saliente.

¿Cuánto tiempo duró tu estancia en Chile y a qué se debe tu regreso a Es­paña? La lejanía de tus padres, ¿año­rabas la tierra o un poco de todo?

Once años fueron los que cumplí de estan­cia y trabajo. A la muerte de mis dos tíos, que llevaban el negocio, y otro hermano más, que murió en un accidente, tomé la determinación de regresar a casa. ¡Así lo hice! El 22 de enero de 1960 em­barqué en el puerto de Valparaíso, en el vapor Antonioto Uso Di Mare de la Com­pañía ITALMAR con destino Barcelona, el final de ruta era Génova.

Llegado a nuestra tierra, es en Zara­goza donde montas tu negocio de re­lojería. ¿Cuánto tiempo permaneces en la capital?

El negocio lo monté en el barrio de Las Fuentes. Rodrigo Re­bolledo, 10, durante diez años. En ese período no hice nada periodístico, pero sí radioteatro, en la emisora Radio Juventud, así como trabajé en el grupo de teatro que estaba Maruja; hicimos un par de obras. La corresponsalía de El Noticiero es muy posterior, la obtuve cuando ya había regresado al pueblo.

¿Cuándo decides regresar a Sástago?

Al perder a nuestro hijo, decidimos traspasar la relojería y venirnos a Sástago, donde, como sabéis, la instala­mos en Calle Mayor, 44. En ese tiempo el amigo Antonio Camps, que en paz descanse, me pide que me encargue de la juventud primero, y meses des­pués a petición de El Noticiero, me pidió que fuese el corresponsal. Acepté y lo fui hasta su desaparición, creo recordar unos cinco años, por supuesto guardo todas las crónicas que escribí.

Tu dedicación a la cultura y la his­toria sastaguina es intensa. ¿De qué época de tu vida arranca?

Desde el instante que fijé mi residencia en la Vi­lla, las asignaturas que más me han gustado han sido historia, geo­grafía y lenguaje, por ello me vino muy bien la elaboración de las crónicas que semanalmente enviaba al periódico.

Llegado a Sástago tu colaboración con los temas locales relacionados con la cultura abarcan todos los campos: colaboración con los jóve­nes, homenajes a mayores, teatro, asociaciones culturales, radio, televi­sión, colaboraciones con periódicos locales, presidente de varias asocia­ciones locales… De todos ellos me gus­taría que nos dijeras cuál es el que más satisfacciones te ha proporcionado y del que mejores recuerdos guardas.

En este apartado de amplio contenido lo resumiré diciendo que guardo el mejor recuerdo del teatro, televisión y los ho­menajes a los mayores. Creo recordar que fui el primero en crear estos homenajes, que empezaban con unos números mu­sicales y una pequeña obrita de teatro escrita por mí. Al final, a los abuelos se les entregaba tabaco y caramelos a las abuelas. Estos festivales se hacían el día 16 de agosto, generalmente en el cine Moderno. Este es uno de mis más entrañables recuerdos.

Quisiera que nos comentases la fun­dación del grupo de teatro, sus obras así como los éxitos que se consi­guieron.

Antes de la fundación del Gru­po de Teatro, como ya te he explicado en la anterior pregunta, tanto mi mujer como yo, hacíamos con los chicos pe­queñas obritas teatrales y algunos bue­nos entremeses de los Álvarez Quintero y especialmente del clásico Miguel de Cervantes Saavedra, el juez de los di­vorcios.

La Asociación de Amigos del Monas­terio de Rueda se funda en los años ochenta y eres elegido su primer presidente. ¿Qué nos puedes decir de estos primeros años?

Con la inte­gración de la Mancomunidad Meandros del Ebro, integrada por las poblaciones de La Zaida, Alforque, Cinco Olivas, Alborge, Sástago y Escatrón, se funda la Asociación Amigos del Monasterio de Rueda, siendo yo el primer presidente. En aquellos momentos se había recuperado parte de la Iglesia gra­cias a la aportación de Bellas Artes y Caja de Ahorros. En su ábside estrena­mos el 15 de mayo de 1980 Vida y Ero­sión del Monasterio de Rueda, de la cual soy el autor, tú mismo participaste en la misma como técnico de iluminación.

A partir de este gran éxito fue cuando creamos el grupo de Teatro y comenza­mos los ensayos de Luz de Gas, con la que recorrimos cantidad de localidades en Campaña de la Diputación Provincial. En 1982 asistimos al Festival de Teatro de Alfajarín, donde se me entregó a mí mismo el Premio al mejor actor y mejor director, pero tanto Maruja, José Miguel, Maña José y Silvia, rayaron a gran altu­ra interpretativa y sin duda artífices del éxito. Abrieron un panorama de quince años de buen teatro.

Se montaron una docena de obras de gran calidad, citaré solo tres ejemplos: Llama un Inspector, de J.B. Príestley, La Vida es Sueño de Pedro Calderón de la Barca, Milagro en Casa de los López de Miguel Mihura. El teatro es los que mayores satisfaccio­nes nos ha dado al Grupo, que además de los ya nombrados, señalar a Jorge Anglés, Carlos Martínez, Ana Mari Cata­lán, Fina Guarinos, María Teresa Tremps, Mari Mar Torres, Félix Casorrán, Amada Clavero, Pili Pes, Pablo Pérez Diestre, Raquel Ordovás, Pablo Pérez Arroyo y Hermanos Varas.

También colaboraste con el funcio­namiento de Radio Meandros. ¿De qué forma participaste en los pro­gramas?

En Radio Meandros solo par­ticipé en la etapa que dirigía Luis Serra­no, emisión de tarde de los jueves, con diálogos sobre temas populares e histó­ricos relacionados con nuestro pueblo.

Al formarse el Canal Local de Televi­sión, se te encomendó la dirección del mismo. De los muchos programas que realizasteis, ¿de cuál de ellos es­tás más satisfecho?

El Canal Local se hizo con Pablo Tremps, Antonio Clavero, Esmeralda Sanz y yo mismo, que me encargaron la dirección. A medida que se producían los programas se iban in­corporando otras personas, como Fran­cisco y Mari Paz, Maruja y finalmente Rosabel. No sabría decirte el programa que más me satisfizo, solo te diré que la experiencia fue muy enriquecedora en el sentido cultural.

En el año 1998 el Ayuntamiento de Sástago te nombró Cronista Oficial. ¿Qué significó para ti el nombra­miento y qué obligaciones te creo?

El nombramiento, sin lugar a dudas, fue de carácter honorífico. Obligaciones no me impusieron, pero comprendo que mi deber es atender y cumplir con aquellas personas que solicitan información con temas locales.

En el año 2000 asumiste la presiden­cia de La Tercera Edad de Sástago. ¿Cómo calificarías este periodo de tiempo? De mucho trabajo, agrada­ble, de metas logradas… en definitiva la impresión tuya de los cuatro años que estuviste al frente de la entidad.

Me pides la impresión: en sinopsis, las personas que me acompañaron en la junta cumplieron con altura de miras en todo momento. No entraré en detalle de logros, sí hago referencia a ciertas circunstancias que nos cayeron sin de­searlas: primero el cambio de pesetas a Euros, cuotas muy bajas, con algo de recelo la elevamos a nueve euros a las mujeres y a doce a los hombres; el in­esperado y triste fallecimiento del vice­presidente amigo Cesar Pinol, mis tres operaciones por cáncer y los obligados cambios de los encargados del bar.

Pienso y reflexiono en que me ofrecie­ron a Mia y Ovidio, y me incliné por otra persona. Solo yo fui el único respon­sable de ese error. Por lo que pido mis sinceras disculpas a ambos que espero sepan aceptar y perdonar.

Tus trabajos sobre la Casa Condal de Sástago han sido constantes. Me gusta­ría que nos comentaras si a nivel perso­nal has tenido contactos directos con la Casa y si te han facilitado la labor.

No he tenido contactos con la Casa Con­dal. Los datos recogidos son de hechos acumulados en mis investigaciones por otros medios.

Los muchos años de trabajos sobre la historia de Sástago y su cultura te han generado un buen número de publica­ciones en grupos culturales, historia local, colaboraciones con entidades provinciales y también con periódicos. Por otro lado, en Sástago carecemos de la publicación de un tomo que contenga toda la historia sastaguina. en definiti­va lo que fuimos como entidad colectiva y lo que somos en la actualidad. Algu­nas veces lo hemos comentado contigo y creo que lo tienes muy avanzado. ¿Nos puedes decir para cuándo podremos ver ese gran trabajo tuyo editado?

Así es, tengo muy avanzado el tema sobre el libro, pero todavía habrá que esperar a que pueda ver la luz. No obs­tante, tendré que darme más prisa, por­que los años caen y ya no puedo des­cuidarme.

En memoria de Víctor Sariñena Gracia, cronista oficial de Sástago (1929-2017).